sábado, 21 de abril de 2018

Los premios Nébula: la década de los setenta

Con esta entrada voy a iniciar mi revisión de los Premios Nébula en la década de los setenta, la segunda década de existencia de los galardones para mí más relevantes de la literatura de ciencia-ficción.

Los setenta comenzaron fuertemente influenciados por la New Wave, lo que no impidió la coexistencia de novelas claramente influenciadas por esta corriente con otras que podríamos definir como clásicas. Porque aunque veamos por esta lista a autores como Ursula K. LeGuin o sobre todo mi favorito Robert Silverberg, que aprovecharon la renovación que supuso la New Wave para escribir sus mejores novelas, el primer ganador de la década fue el relativamente poco innovador Larry Niven, con una novela tan atrayente y sin embargo tan "convencional" dentro del género como "Mundo anillo". Y en años posteriores los escritores que más frecuentemente se alzaron con el galardón fueron cincuentones de gran reputación entonces y ahora en el género como Frederik Pohl, Arthur C. Clarke (cuya foto ilustra esta entrada) e Isaac Asimov.

Al igual que hice al introducir la década de los sesenta en los premios Nébula, no voy a realizar un recorrido exhaustivo por todos los ganadores y finalistas, aunque sí me he asegurado de que haya al menos una novela ganadora o finalista por año de entrega del premio. Las razones son las mismas que expuse entonces: no haber completado la lista de todas las novelas ganadoras y nominadas, y haber descartado conscientemente la preparación de una entrada específica en algún caso puntual.

Sin más rodeos, ésta es la lista de mi selección de novelas galardonadas o nominadas a los Premios Nébula en los años setenta:

1971:
Ganadora:
"Mundo anillo" - Larry Niven
Nominadas:
"La torre de cristal" - Robert Silverberg
"El año del sol tranquilo" - Wilson Tucker

1972:
Ganadora:
"Tiempo de cambios" - Robert Silverberg

1973:
Ganadora:
"Los propios dioses" - Isaac Asimov
Nominadas:
"El libro de los cráneos" - Robert Silverberg
"Muero por dentro" - Robert Silverberg
"El sueño de hierro" - Norman Spinrad

1974:
Ganadora:
"Cita con Rama" - Arthur C. Clarke

1975:
Ganadora:
"Los desposeídos" - Ursula K. LeGuin
Nominada:
"Fluyan mis lágrimas, dijo el policía" - Philip K. Dick

1976:
"La guerra interminable" - Joe Haldeman
Nominadas:
"Empotrados" - Ian Watson
"La paja en el ojo de Dios" - Larry Niven y Jerry Pournelle
"El hombre estocástico" - Robert Silverberg

1977:
Ganadora:
"Homo plus" - Frederik Pohl
Nominada:
"Sadrac en el horno" - Robert Silverberg

1978:
Ganadora:
"Pórtico" - Frederik Pohl
Nominada:
"En el océano de la noche" - Gregory Benford

1979:
Ganadora:
"Serpiente del sueño" - Vonda N. McIntyre

1980:
Ganadora:
"Fuentes del paraíso" - Arthur C. Clarke

Con las lógicas excepciones (de manera muy especial "Serpiente del sueño", que ya formó parte de mi lista de quince novelas decepcionantes), debo admitir que la mayoría de las novelas de esta lista me parecen claramente recomendables, y muchas de ellas grandes clásicos del género que siguen cautivándonos en la actualidad. Lo que vuelve a hablar en favor de estos galardones. Aunque los muy observadores notarán que el número de novelas que he seleccionado por año va menguando y se limita a apenas un título conforme se acercaba la década de los ochenta. La causa es evidente: para mí, el tramo correspondiente a los últimos años sesenta y los primeros años setenta fue el de mayor brillantez en la historia del género, mientras que los años ochenta fue, como explicaré en una entrada posterior, una década relativamente floja. Por eso la transición en el número de novelas que se observa en la lista propuesta.

Resaltar por último que dos autores se alzaron con el premio en dos ocasiones a lo largo de esta década: Arthur C. Clarke y Frederik Pohl. El primero había consolidado su nombre como uno de los tres grandes pilares del género junto a Robert A. Heinlein e Isaac Asimov gracias a la tremenda repercusión que había alcanzado a finales de los sesenta la película de Stanley Kubrick "2001, una odisea en el espacio", basada en un relato del propio Clarke, quien también publicó una novela a partir de la película. Y el segundo retomó con fuerza su actividad como escritor tras un periodo más orientado a la edición de publicaciones especializadas, modernizando su estilo de los años cuarenta y cincuenta con una naturalidad sorprendente.

Les espero en mi próxima entrada para reseñar aquellas novelas de la lista de novelas de los setenta que aún no hayan tenido una entrada independiente en este humilde blog.

domingo, 8 de abril de 2018

Todos sobre Zanzíbar (1968). John Brunner

En esta nueva entrada continúo con mi reseña de novelas ganadoras y nominadas de los premios Nébula en la década de los sesenta. Voy a hablarles en esta oportunidad de "Todos sobre Zanzíbar", quizá la novela más conocida del británico John Brunner (una de las nominadas a los premios Nébula de 1969, cuya vencedora fue "Rito de paso", de Alexei Panshin, que no he tenido oportunidad de leer). Se trata de una distopía ambiciosa, muy extensa y rica en personajes y puntos de vista, que a pesar del tiempo transcurrido desde su creación sigue de plena actualidad, y que resulta más disfrutable de lo que cabría esperar si tenemos en cuenta lo ambicioso de su planteamiento. Tan disfrutable que en años posteriores dio lugar a dos novelas relativamente relacionadas ("Órbita inestable" (1969) y "El rebaño ciego" (1972)), hasta conformar la llamada Trilogía del desastre de Brunner.

Su rabiosa actualidad es fácilmente comprensible si tenemos en cuenta que Brunner sitúa la narración durante el siglo XXI y, con unas dotes premonitorias incuestionables, centra la narración en las tres fuentes principales de poder de nuestros días (los gobiernos, los medios de comunicación y las multinacionales), y les contrapone un exceso de población en el planeta que hace sufrir a nuestro planeta y del que no estamos demasiado lejos. Y para que la panorámica resulte lo más amplia (y ambiciosa) posible, estructura la novela en nada menos que ciento diecinueve capítulos breves que se adscriben a una de estas cuatro categorías: "Contexto", "Las cosas que pasan", "Viendo primeros planos" y "Continuidad". Categorías que se van sucediendo a lo largo de la novela sin un orden fijo, en lo que constituye todo un alarde de originalidad pero también un riesgo de desorientar al lector.

Y es que el mosaico de personajes y situaciones con el que Brunner abruma al lector nada más comenzar la novela puede resultar una barrera para afrontar con buena disposición su lectura. A mi modo de ver, para disfrutar de una obra tan visionaria y a la vez tan compleja es necesaria una cierta madurez del lector en el ámbito de la literatura de ciencia-ficción. Porque a veces lo que nos relata el escritor puede resultar un tanto confuso, y a pesar de todas las cosas interesantes que se cuentan, puede ser fácil perderse. Menos mal que algunos personajes aparecen regularmente, lo que permite al lector "asirse" a ellos para no perder el norte: Donald Hogan y Norman Niblock House en "Continuidad" (que podríamos definir como lo más parecido a la línea argumental principal de la novela), y el escritor Chad Mulligan en "Contexto".

La novela no carece, además, de defectos claramente perceptibles. El más obvio de todos es el esfuerzo permanente por impactar (baste recordar aquí los capítulos estructurados en tres columnas a modo de tabla, el provocativo juego con la iconografía cristiana, los sustantivos que crea yuxtaponiendo otros, el análisis de los más pequeños detalles, incluso el recurso a sonetos para ilustrar mejor el contexto); no puede negar que es un claro producto de los excesos de la New Wave, tan en boga por aquel entonces. Otro punto en contra es que no es casi hasta la mitad de la novela cuando Brunner empieza a relaconar los distintos frentes planteados, y eso ya puede resultar muy tarde. También es excesiva en mi opinión cierta tendencia a cebarse en la violencia, por ejemplo describiendo las armas empleadas con mucho detalle o enumerando los más diversos mecanismos de destrucción. Y en general, algunos capítulos son arduos de digerir y algunas situaciones difíciles de aceptar.

A cambio, la novela mantiene su vigencia no sólo a causa de sus muchas predicciones correctamente encaminadas, sino también por todo lo que da que pensar. Como por ejemplo los Estados Unidos de la segunda década del siglo XXI, tan atiborrados de ciudadanos que cualquier mecanismo (desde la selección genética hasta la eugenesia más cruda) parece justificado. O el papel que desempeñan las naciones inventadas de Beninia (el equivalente de una Suiza africana de espectacular desarrollo gracias a la acción de la multinacional Técnicas Generales), y de Yatakang (un ficticio país del Sureste de Asia que sirve de marco para investigar un supuesto avance revolucionario en el campo de la eugenesia). A menudo la panorámica distópica está conseguida, y en general abundan las reflexiones, muchas de ellas perfectamente válidas en nuestros días. También los buenos momentos, como el del capítulo 36 de "Continuidad", en el que el escritor capta perfectamente la tensión dialéctica entre el hombre y la máquina. Sin descuidar por ello a sus personajes, cuyas historias Brunner se encarga de cerrar en el tramo final de la novela. Ni la mirada a otros países, gracias a las frecuentes pinceladas que ofrece el escritor en "Las cosas que pasan". Todo ello refleja un trabajo tan concienzudo como loable.

Antes de terminar, citar dos curiosidades: la primera es el mal lugar en el que deja a España, presentada como una monarquía ultracatólica y reaccionaria dentro de Europa; y la segunda, el ingenioso detalle de cerrar la novela con un mensaje de "sus patrocinadores" (si tras esta entrada se animan a leer "Todos sobre Zanzíbar", comprenderán a qué me refiero).

"El despertar del Leviatán" (2011). James S A Corey

Mi recorrido por los autores y las obras más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura continúa avanzando con la presente entrad...