lunes, 10 de noviembre de 2014

Mundos aparte (1983). Joe Haldeman

Una entrada más continúo reseñando las novelas que recomiendo leer de las sagas de ciencia-ficción disponibles para el lector en español. En esta ocasión le ha llegado el turno a "Mundos aparte", segunda y última novela que recomiendo leer de la saga de los Mundos, del estadounidense Joe Haldeman. Reeditada recientemente como "Mundos separados" es, como ya anticipaba al hablar de la primera entrega de la saga, la novela que más he dudado si reseñar o no en este humilde blog. La razón es clara: se trata de una novela muy irregular, repleta de buenas ideas muy mal aprovechadas. Aunque finalmente me he animado a reseñarla porque contiene algunos pasajes brillantes, que además me van a servir para ilustrar lo que yo considero podría haber hecho de "Mundos aparte" una gran novela.

Esos pasajes brillantes a los que me refiero en su mayoría no derivan de la línea argumental principal de la novela, la cual a lo largo de los doce años durante los que se desarrolla, se centra en la trayectoria personal de Marianne O'Hara, la misma protagonista de la primera entrega. En ese sentido la novela es totalmente consecuente con su predecesora. Ahora bien, la de O'Hara es una trayectoria errática, con la que es muy complicado que el lector se identifique (animo a que alguien intente listar todas las profesiones que ejerce en esta novela). Que usa el original y teóricamente fascinante marco escénico de Nueva Nueva York, con todas sus singularidades y oportunidades, de manera muy tangencial. Que parece que va a remontar cuando O'Hara es enviada a contactar con unos supervivientes potencialmente peligrosos en Zaire, en una expedición muy apresurada y mal digerida, que rápidamente queda atrás en la narración. Trasladando a menudo la impresión de que el libro es más un ensayo sobre los condicionantes en los Mundos exteriores y su relación con una Tierra retornada a la barbarie que una auténtica novela (de hecho, el lector puede comparar la cantidad de párrafos "de ensayo" frente a párrafos "novelados", en especial durante las primeras cien páginas). Y perjudicando aún más esa percepción con la frecuente sensación de narración improvisada, escrita a tirones.

Afortunadamente, en una de esas improvisaciones Haldeman descubre "la voluntad de Charlie", una línea de acción paralela que transcurre en la Florida pos-biológica, protagonizada por un antiguo amante de O'Hara ya conocido de la primera novela de la saga (Jeff Hawings). Y en la que Haldeman por fin logra conectar con el lector presentándole la barbarie que ejercen los supervivientes adolescentes (únicos no afectados por la guerra) que controlan las pequeñas comunidades aún con vida, sus precarias condiciones y el titánico esfuerzo que realiza Jeff tanto por su propia supervivencia como por la de estos restos de humanidad. Ahí, además de mezclar el culto a Jesús con el culto a Charlie, y recurrir a los herederos de sectas como los mansonitas para enriquecer la narración, sí hay pasajes brillantes (cuando Jeff logra contactar con O'Hara, cuando recibe ayuda de Nueva Nueva York, cuando logra acceso a un terminal informático...), aunque Haldeman ni hace confluir ambas líneas narrativas al regresar O'Hara a la Tierra, ni nos muestra el desenlace de estas andanzas. Desaprovechando así una excelente oportunidad de convertir una novela discreta en una obra memorable, plena de espíritu de supervivencia, valores humanos y escenas impactantes. Una lástima.

Otros defectos de menor entidad son: un ritmo narrativo vertiginoso, que no dimensiona adecuadamente los acontecimientos ni los realza; la falta de naturalidad con la que el navío estelera destinado a Épsilon Eridani se convierte en el eje de la línea narrativa principal; lo poco que se profundiza en los personajes principales (los dos esposos e incluso O'Hara no empiezan a merecer unas líneas en las que reflexionen sobre sus comportamientos y motivaciones hasta bien avanzada la novela); o el recurso a nada menos que 20 personajes nuevos en el último cuarto del libro, para acompañara a O'Hara en su segunda expedición a la Tierra. Y otros aciertos dignos de ser destacados (aparte de las propias colonias que orbitan la Tierra, un marco ya conocido de la primera entrega pero no por ello menos fascinante) son: la naturalidad y la moderación con la que el elemento científico es introducido (las cuestiones astronómicas o las relativas a la construcción de una nave generacional son tratadas con total solvencia); los originales contratos matrimoniales que se generan; y un tratamiento del sexo mucho menos desaforado que en la primera entrega, lo que aumenta su verosimilitud de la historia.

Como reseñaba en "Mundos", al final las sensaciones predominantes al terminar "Mundos aparte" son la de oportunidad perdida y al mismo tiempo falta de curiosidad por conocer cómo culminarán las peripecias de O'Hara. Curiosidad que durante décadas no pudo verse zanjada, dado que hasta hace apenas un par de años no vio finalmente la luz en español "Mundos en expansión". Y que ahora que sí puede zanjarse, tampoco es mucho mayor. Aunque quién sabe, quizás un día esta novela caiga en mis manos y me anime a darle una oportunidad.

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