sábado, 5 de julio de 2014

El fabuloso barco fluvial (1971). Philip José Farmer

Con esta entrada procedo a reseñar la segunda y ultima de las novelas que recomiendo leer de la saga del Mundo del Río, del estadounidense Philip José Farmer. "El fabuloso barco fluvial" fue publicada a los pocos meses de que viera la luz "A vuestros cuerpos dispersos", por lo que juega con la ventaja de un estilo y una atmósfera totalmente respetuosos con los de su predecesora, y con el beneficio de la duda creativo, puesto que aún no había dado tiempo a que la primera novela cosechara los éxitos de público y crítica que obtuvo cuando esta novela ya estaba siendo escrita. A pesar de lo cual se trata de una obra irregular, excesivamente fantasiosa, que baja un escalón respecto a su predecesora y que termina de desaprovechar una idea de partida y un marco escénico formidables.

El principal motivo para mi valoración es la superficialidad con la que está presentada la novela: da la sensacion de que Farmer está aún definiendo (sobre la marcha) algunas de las características del Mundo del Río, así como muchas de sus implicaciones. Además, los personajes aparecen y desaparecen más por los vaivenes de la trama que por una clara idea preconcebida, lo que dificulta su caracterización y descoloca en cierta medida al lector. Por añadidura, la tremenda sucesión de acontecimientos contribuye a una impresión de desorden acelerado e inusitadamente violento, que desemboca en periodos de desinterés nada recomendables.

Y es una pena, porque el marco escénico que constituye el Mundo del Río y sus miles de millones de seres humanos simultáneamente resucitados no es sólo fascinante, sino que le da pie a Farmer para un inusitado número de reflexiones sobre la vida en general, y en particular sobre la conveniencia de una resurrección en masa y bajo qué condiciones (de las que la Iglesia de la Segunda Oportunidad preconizada por Hermann Goering es un ingenioso ejemplo). Además, el componente técnico está muy bien trabajado (todo lo que va requiriendo la construcciñon del barco resulta creíble) y los conocimientos históricos a la hora de interrelacionar personajes de épocas totalmente antagónicas muy amplios (aunque no siempre bien aprovechados).

Pero es que la construcción del barco con el que poder navegar muchísimos miles de kilómetros río arriba con la esperanza de localizar sus fuentes y descubrir así a los creadores del ecosistema (los denominados Éticos) es un asidero insuficiente ante tanta inestabilidad argumental. Con lo que la novela se desliza a menudo por las peligrosas curvas de la fantasía menos solvente (con las injustificables piedras de cilindros a la cabeza). De manera que la primera mitad de la novela se pierde en los periplos del protagonista absoluto (Mark Twain reemplaza en ese rol a Richard Burton, aunque algún personaje secundario de la primera entrega repite), mientras que la segunda, algo más entonada, y asentada ya en el reino de Parolando (un nombre basado en el Esperanto, que Farmer postula como idioma universal en el Mundo del Río), no alcanza tampoco la excelencia a causa de un complejísimo y cuestionable entramado de "política internacional" (las intrigas y batallas de Parolando con los reinos adyacentes).

Al final, de los aspectos que más me gustaron sobresale la constatación de que los seres humanos resucitan ya condicionados por su otra vida y en general son incapaces de adaptarse mentalmente a la nueva. Aunque también me ha gustado cómo Farmer riza el rizo al hacer interactuar a personajes insospechados (el gobierno de Parolando entre Juan Sin Tierra y Mark Twain es un buen ejemplo), un tramo final entretenido e inesperadamente solvente para el caos anterior y un desenlace "doble" y sin embargo negativo en ambas ocasiones. Demasiado poco para una novela que debería haber dado bastante más de sí.

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