domingo, 25 de marzo de 2012

Los tres estigmas de Palmer Eldritch (1964). Philip K. Dick K. Dick



En mi selección de 15 títulos esenciales ya incluí una novela de Philip K. Dick, uno de los escritores imprescindibles para entender el género. Se trataba de "Ubik", quizá una de sus dos o tres novelas más famosas. La que les presento hoy es también conocida, pero no suele mencionarse como uno de sus grandes clásicos. Sin embargo, en mi opinión es probablemente su novela más sólida. Por supuesto, llena de sus habituales cuestionamientos de la realidad y su obsesión por el uso de las drogas, pero al mismo tiempo comprensible, disfrutable y (hasta cierto punto) racionalmente aceptable hasta el mismo final.

Desde el comienzo me sorprendió esa coherencia: los primeros capítulos muestran que la Tierra en el siglo XXI es un lugar extremadamente cálido, regido por las Naciones Unidas y que ha colonizado todos los planetas y lunas habitables del Sistema Solar. La premisa de la que parte Dick es que la vida para muchos colonos es desalentadoramente monótona, de manera que la ONU debe imponer la colonización a los individuos. Y para que dicha colonización resulte más llevadera se les permite a los colonos el consumo de Can-Di, un alucinógeno ilegal que les permite "trasladarse" temporalmente al mundo de un personaje llamado Perky Pat. Obviamente hay lugar para las excentricidades de Dick ("precogs" que son contratados por las empresas para predecir las ventas de nuevos productos, psiquiatras en maletines portátiles...), pero los principales protagonistas (Barney Mayerson, el jefe de los precogs de Equipos P.P. en Nueva York y Leo Bulero, el CEO de Equipos P.P.), así como sus ocupaciones y sus motivaciones son razonablemente comprensibles.

Conforme avanza la lectura vemos cómo la lucha por la supremacía de Can-Di sobre la nueva droga Chew-Zi es lo que vertebra toda la trama, pero hay lugar para tratamientos de mejora cerebral (al que se somete Leo) y hasta para comparaciones con elementos religiosos.

El punto de inflexión lo marca el episodio de Leo atrapado en el satélite de Palmer Eldritch: es ahí cuando aparece claramente el cuestionamiento de la realidad y con él el componente inquietante de la trama. A partir de ese momento los acontecimientos se precipitan, en una sucesión de capas de realidad/irrealidad presentes/futuras altamente disfrutable. Para mi grata sorpresa Dick es capaz de desentrañarlas y darles una especie de justificación, muy de agradecer. Incluso es capaz de rematar la novela con un desenlace moralmente "positivo", en el que "los buenos ganan al malo", pero no sin antes explicarnos qué hay detrás de Eldritch y su supuesta "deidad". Y añadiendo unas páginas finales que podrían haber servido de base para una continuación que nunca llegó a escribir.

Indudablemente hay elementos difíciles de entender (el papel de los colonos en Marte, los episodios en los que Barney se ve e interactúa normalmente consigo mismo), o lo que es peor, de aceptar en una novela de ciencia-ficción (poltergeists, esencias no humanas bajo cuerpos de aspecto humano), mas con todo la novela no defrauda ni a los detractores del californiano. De hecho, desde este blog la recomiendo como primera lectura de todos aquellos que aún desconozcan y quieran adentrarse en el universo dickiano, por encima de "Ubik" o "El hombre en el castillo".

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